Si explora este sitio web, encontrará rápidamente la respuesta a la primera pregunta. La manera más común en que encontramos el BPA es en nuestra alimentación y, después de la exposición oral, el BPA se absorbe rápidamente en el cuerpo a través del intestino.
Antes de que ingrese en el cuerpo, las enzimas de las paredes del intestino y del hígado convierten el BPA en un metabolito biológicamente inactivo. Luego, el metabolito inactivo se elimina rápidamente del cuerpo a través de la orina.
Si busca rastros de BPA en el cuerpo, seguramente no los encontrará. Aunque probablemente encuentre niveles bajos del metabolito en la orina.
Ahora bien, ¿cuán seguros estamos de esto? Después de todo, este es un sitio web y uno bien sabe que no puede creer todo lo que lee en Internet. Es aquí donde entran en juego un estudio recientemente publicado y un principio clave del método científico.
En pocas palabras, el método científico es la forma sistemática en que adquirimos conocimientos nuevos. Los científicos realizan experimentos a través de los cuales reúnen información y, en consecuencia, aprendemos algo que antes no sabíamos.
Para confirmar lo que aprendimos, un principio clave del método científico es el concepto de replicación. Si un experimento no puede replicarse para obtener el mismo resultado, puede que el resultado original sea un error. A la inversa, si el experimento se replica con el mismo resultado, estamos más seguros de que el resultado es válido.
Hace poco, una pareja de científicos de Suecia y Canadá publicó un estudio en el que se suministraba a un grupo de voluntarios humanos cantidades pequeñas de BPA en una galleta. Los investigadores observaron qué sucedía con el BPA a medida que pasaba por el cuerpo.
Después de la exposición, no encontraron rastros de BPA en la sangre de los voluntarios. Lo que encontraron fue el metabolito de BPA en la orina de los voluntarios poco después de haber estado expuestos.
Estos resultados nuevos en realidad no son inesperados, pero son muy tranquilizadores. Son exactamente lo que esperaríamos según tres estudios previos realizados en voluntarios humanos. Según el método científico, nuestra confianza en saber qué sucede con el BPA en el cuerpo aumenta con la replicación de resultados en los cuatro estudios.
En este caso, los cuatro estudios fueron realizados de forma independiente por cuatro grupos distintos de investigadores. El primer estudio, realizado en 2002, provino de investigadores académicos en Alemania. A este le siguieron dos estudios en 2015: el primero estuvo a cargo de investigadores del Pacific Northwest National Laboratory, un laboratorio del gobierno de EE. UU., y el segundo estudio lo realizó el Programa Nacional de Toxicología de los EE. UU., otro laboratorio del gobierno de EE. UU.
Además de ser un buen ejemplo sobre cómo funciona el método científico, los resultados de estos cuatro estudios son importantes para los consumidores que suelen estar en contacto con cantidades ínfimas de BPA en la alimentación. Gracias a este proceso normal del metabolismo, es muy poco probable que el BPA sea dañino en los niveles bajos a los que estamos expuestos, dado que nuestros organismos lo eliminan muy bien antes de que pueda acumularse o causarnos daño.
Ahora que conoce más acerca del método científico y el importante principio de replicación, quizás se esté preguntando acerca de la referencia a las cantidades ínfimas de BPA. ¿Cómo podemos saberlo y con qué seguridad? Después de todo, esta información está publicada en un sitio en Internet.
En este caso, más de 140 estudios realizados en 30 países de todo el mundo han informado de manera uniforme que la exposición al BPA en humanos está cientos de miles de veces por debajo de los límites seguros de ingesta establecidos por organismos gubernamentales de todo el mundo. Con más de 85.000 puntos de información provenientes de estos estudios, podemos estar seguros de que la exposición humana al BPA es muy baja.
No siempre sucede que los estudios científicos y sus hallazgos se replican tal como se ha mencionado en los ejemplos aquí analizados. Antes de creer en los resultados científicos más recientes que lee en Internet, vale la pena preguntarse: “¿Ha sido replicado?”.