La próxima vez que pase por el sector de alimentos enlatados en la tienda de comestibles, mire con atención las etiquetas de las latas. Probablemente verá algunos logotipos que indican que son productos sin BPA. Dado que las etiquetas no brindan información para explicar lo que eso significa en realidad, quizá suponga que debe ser algo bueno. Si no lo es, ¿por qué lo pondrían en la etiqueta?
Pero, al igual que el Instituto de Investigación de Salud Pública y Medioambiente del Gobierno Metropolitano de Seúl, no hay que suponer nada sobre el BPA en los alimentos enlatados. Un nuevo estudio describe cómo los investigadores de Seúl midieron cuánto BPA hay en los alimentos enlatados con el objetivo de descubrir si es algo bueno o no.
Los investigadores compraron 104 alimentos y bebidas enlatados de tiendas locales de Seúl y midieron el nivel de BPA en cada producto. No resulta sorprendente que se hayan encontrado niveles ínfimos de BPA en muchos de los productos. Esto por sí solo no significa mucho, ya que los químicos analíticos se han vuelto muy buenos para encontrar cantidades minúsculas de BPA, y casi cualquier otra cosa, prácticamente en cualquier lugar donde buscan.
La presencia de niveles ínfimos de BPA es un indicador de que las latas contienen un recubrimiento protector elaborado a partir de una resina epoxi a base de BPA. El recubrimiento evita la corrosión del metal y ayuda a proteger la seguridad y la integridad del contenido. Sin dudas, eso es bueno. Las resinas epoxi se utilizan como recubrimientos protectores desde hace décadas porque son excelentes para este uso crítico en seguridad de los alimentos.
Luego, se calculó la ingesta diaria de BPA sobre la base de los patrones de consumo de alimentos de Corea y se la comparó con los niveles de ingesta seguros establecidos por las entidades gubernamentales. Por medio de datos científicos y no suposiciones, los investigadores llegaron a la conclusión de que “el riesgo de la exposición al bisfenol [A] debido al consumo de alimentos enlatados para la población de Corea es bajo”. Esa conclusión debería ser aplicable en cualquier otro lugar, ya que los investigadores informaron que los niveles de BPA en los productos coreanos eran similares a los niveles informados en todo el mundo.
Esa conclusión también coincide con la conclusión a la que llegó recientemente el Ministerio de Seguridad de los Alimentos y Medicamentos (MFDS) de Corea del Sur después de su evaluación de riesgos integral sobre el BPA. Según indicó el MFDS: “Descubrimos que no existen problemas de salud para la población coreana en general relacionados con la exposición alimentaria ni con la exposición agregada [al BPA]”.
Tanto el MFDS como los investigadores de Seúl llegaron a sus conclusiones antes de que estuvieran disponibles los resultados del estudio de CLARITY de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los EE. UU. Ese estudio, que tiene un alcance y una magnitud sin precedentes para el BPA, fue realizado por científicos expertos de la FDA en el laboratorio propio de la FDA, y su objetivo fue resolver las incertidumbres aún existentes sobre la seguridad del BPA. Eso fue lo que logró, y los resultados, publicados este año, reconfirman con gran certeza que las conclusiones a las que se llegaron en Corea son correctas.
Entonces, ¿es bueno que un producto no contenga BPA? Difícil saberlo, ya que una etiqueta con la frase “sin BPA” no indica nada respecto de qué contiene en realidad el producto. Lo único que indica la etiqueta es que el producto no contiene una sustancia que es segura. La falta de información significativa de una etiqueta con la frase “sin BPA” da lugar a la pregunta: ¿qué contiene el producto y cómo se sabe que es seguro? Una etiqueta con la frase “sin BPA” no proporciona información para responder esa importante pregunta.