Si presta atención a las etiquetas en los recipientes de alimentos y bebidas, probablemente haya visto algunas que definen un producto como “sin BPA”. Pero, ¿qué significa esta leyenda y por qué está allí?
La proliferación de etiquetas que rezan “sin BPA” es un indicio de que algunos fabricantes de productos han decidido reemplazar materiales elaborados a partir de BPA o, simplemente, han decidido evitarlos. Al respecto, el objetivo de una etiqueta que reza “sin BPA” podría deberse más a motivos de ventas y marketing, en lugar de transparencia al consumidor. El fabricante puede estar intentando hacerle creer que el producto de alguna manera es mejor sin BPA.
Pero si el BPA se reemplaza, debe reemplazarse con algo más, probablemente, otro químico. ¿Cómo se puede saber que el reemplazo es realmente mejor que el elemento que reemplaza? Un artículo reciente publicado describe un estudio interesante que ilustra por qué uno no puede simplemente suponer que un reemplazo es mejor.
Durante más de 50 años, las resinas epoxi, que se elaboran a partir del BPA, han sido usadas como el revestimiento protector dentro de muchas latas de alimentos y bebidas. El revestimiento se usa para prevenir la corrosión de la lata de metal y la contaminación del contenido. Las resinas epoxi son la mejor opción en este uso, pero dado que es posible que contengan niveles ínfimos de BPA residual, muchos fabricantes en la actualidad están usando otros químicos para el revestimiento de latas.
Según lo informado en este artículo reciente publicado en los medios, una vinería en Arizona tuvo que quitar un nuevo vino espumante en lata de los estantes de la tienda debido al “olor nauseabundo que emana cuando se abre la lata”. El olor se describió como una “mezcla evidente de sulfuro y caucho” con “la clara acrimonia de un huevo podrido” que proviene del revestimiento de la lata.
El artículo sigue y menciona que la vinería estaba usando latas con un nuevo tipo de revestimiento con el fin de evitar el uso de BPA. Dada la gran cantidad de noticias falsas y provocadoras que los consumidores oyen acerca del BPA, es comprensible que los fabricantes de productos quieran reemplazar los revestimientos de latas basados en BPA. Sin embargo, tal como demuestra este estudio con claridad, el BPA no desaparece, es reemplazado con otro químico. Si podemos olerlo (o saborearlo), independientemente de que tenga un olor nauseabundo o placentero, sabremos con seguridad que hay un químico presente.
Solo porque sea diferente, ¿cómo sabremos si es mejor o, incluso, seguro? En general, no hay forma de saberlo, dado que las etiquetas “sin BPA” solo nos dicen lo que el producto no contiene (es decir, no contiene BPA), pero no nos dicen lo que realmente contiene. La etiqueta puede ser fáctica, pero no necesariamente completa o útil. Quizás solo sea marketing.
Todo esto resulta un tanto irónico ante el anuncio reciente del Programa Nacional de Toxicología (NTP) de EE. UU. sobre los resultados del estudio central de CLARITY, que es el estudio más grande realizado sobre el BPA. Los resultados demuestran que el BPA tiene muy pocas posibilidades de causarnos daños, aunque estemos expuestos a este componente orgánico durante toda la vida. Como se menciona en una declaración del Dr. Stephen Ostroff, comisionado adjunto de Alimentos y Medicina Veterinaria en la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU.: “Nuestra revisión inicial respalda nuestra determinación de que los usos autorizados actualmente del BPA continúan siendo seguros para los consumidores”.
En el caso de los productos enlatados, los fabricantes están reemplazando los recubrimientos protectores de resina epoxi, que cuentan con un registro de 50 años de buen rendimiento, porque contienen cantidades ínfimas de BPA, que se ha demostrado que es seguro. Incluso aunque no haya olores nauseabundos involucrados, dado que la FDA manifiesta que el BPA es seguro, el hecho de evitar el BPA no parece tener mucho sentido.