Actualizado en julio 2023
En julio 2017, un comité de expertos de la Academia Nacional de Ciencias (NAS) publicó un informe con el título esotérico “Aplicación de métodos de revisión sistemáticos en una estrategia general para evaluar la toxicidad de bajas dosis de sustancias químicas de actividad endocrina”. Creo que una pasó velozmente por debajo de la pantalla del radar. La sola lectura del título podría disuadirlo de seguir leyendo, pero continúe con la lectura del blog ya que el informe reveló una observación muy importante sobre el bisfenol A (BPA).
Durante 20 años o más, los científicos han entendido que algunas sustancias químicas, conocidas como sustancias químicas de actividad endocrina (EAC), pueden interactuar con nuestro sistema endocrino y, posiblemente, causar efectos en la salud. Pero, como un área de la ciencia en desarrollo, ha sido un desafío para los organismos reguladores saber qué hacer con el aluvión de información científica nueva sobre las EAC, por eso, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los EE. UU. solicitó orientación a la NAS.
Un aspecto del desafío es la afirmación de que los niveles bajos de EAC —niveles que actualmente se consideran seguros—, podrían causar efectos en la salud que no son posibles de detectar mediante pruebas de toxicidad convencionales. Resultan de particular interés los niveles que se encuentran dentro del rango de exposición humana real.
El BPA, que se usa principalmente para fabricar plástico de policarbonato y resinas epoxi, se considera una EAC. Dado que muestra una débil actividad endocrina, científicos de todo el mundo han estado fascinados por el BPA y han realizado cientos de estudios en animales de laboratorio.
Muchos de los estudios sugieren que los niveles bajos de BPA podrían causar efectos en la salud, lo cual ha generado controversia y ha atraído considerablemente la atención de los medios de comunicación. No obstante, la relevancia de estos estudios para la salud humana no se ha resuelto por completo.
El comité de la NAS abordó esta cuestión mediante el uso del BPA para ilustrar cómo los datos nuevos pueden ayudar a abordar la incertidumbre. La ilustración resaltó la investigación reciente del Programa Nacional de Toxicología de los EE. UU. y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los EE. UU., que definió de manera eficaz los niveles reales de exposición humana para el BPA.
Conocer los niveles de exposición humana reales es muy importante para entender la relevancia de los estudios de toxicidad para la salud humana. Los estudios que examinan los niveles en el rango de exposición humana real probablemente sean los estudios más relevantes para la salud humana.
Vale la pena citar por completo lo observado por el comité de la NAS:
“Tales concentraciones (es decir, los niveles reales de exposición humana) están bien por debajo de los estudiados en la mayoría de los estudios experimentales in vitro e in vivo, por lo tanto, en la mayoría de los estudios en que se informan los efectos de las 'dosis bajas' del BPA no se informa directamente si el BPA puede causar efectos en los niveles de exposición humana actuales”. (énfasis añadido)
En otras palabras, de los cientos de estudios sobre el BPA, la mayoría tienen una relevancia limitada para la salud humana porque los niveles reales de exposición humana están bien por debajo de los niveles evaluados. Esta observación ofrece un sólido respaldo adicional para los organismos gubernamentales de todo el mundo que han evaluado estos estudios y han llegado a la conclusión de que el BPA no representa un riesgo para la salud humana.
Un excelente ejemplo es la FDA que, en su sitio web, formula la pregunta “¿Es seguro el BPA?” y responde de manera contundente “Sí”.