Si ha tenido tiempo de leer algo que no esté relacionado con las últimas novedades sobre la COVID-19, quizás haya visto un artículo reciente acerca de la supuesta presencia de niveles bajos de químicos polifluoroalquilos en ciertos tipos de contenedores de alimentos. El artículo toma como base un informe reciente de un grupo medioambiental sobre este tema.
El artículo incluye diversas citas de un exempleado del gobierno de EE. UU. Si bien se desvía del tema del artículo, una de las citas se refiere a un motivo por el que la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA) “prohibió” el BPA, una sustancia química no relacionada con los químicos polifluoroalquilos que se debaten en el artículo, en los biberones y vasos para bebé. Esto podría ser relevante para el artículo, en cierta medida, si la FDA hubiera “prohibido” realmente el BPA de algún producto. Excepto que la agencia no lo ha hecho y la cita no es veraz.
Desde 2011, fue evidente que los plásticos basados en BPA ya no se usaban para los biberones o vasos para bebé. Por este motivo, la FDA anunció en un aviso del Registro Federal con fecha el 17 de febrero de 2012 su plan de derogar la regulación que permitía los plásticos basados en BPA de estos usos. La FDA no prohibió nada, en particular, en función de la seguridad, sino que simplemente derogó una regulación innecesaria. Según lo establecido por la FDA en su acción prevista de derogar la regulación, la medida “no está fundamentada en la seguridad, sino que toma como base el hecho de que ya no es necesaria una autorización regulatoria para el uso de dicho aditivo alimentario”.
A fines de ese año, la acción se completó y anunció en un aviso del Registro Federal con fecha el 17 de julio de 2012. Además de derogar la regulación, el aviso repetía la misma declaración para explicar que la acción no tenía su fundamento en la seguridad, sino que simplemente ya no era necesaria.
Si bien esto puede no ser algo nuevo, se torna bastante más interesante con la FDA y el BPA. Alrededor de la misma época en que tuvo lugar esta acción regulatoria, la FDA comenzó a trabajar en un programa de investigación integral para continuar evaluando la seguridad del BPA. El Programa Nacional de Toxicología (NTP) de EE. UU., los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. y la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE. UU. también han llevado a cabo estudios relacionados sobre el BPA.
Todos estos estudios, alrededor de 30 estudios en total, ya han finalizado y se han publicado. De acuerdo con estos estudios, en conjunto, podemos estar seguros de lo siguiente:
- la exposición del consumidor al BPA es extremadamente baja;
- el BPA se elimina rápidamente del cuerpo después de la exposición; y
- no existen riesgos de efectos sobre la salud a partir de los niveles típicos de exposición del consumidor.
Según estos estudios, en especial aquellos llevados a cabo por la misma FDA, esta agencia aborda la seguridad del BPA de una manera muy directa en su sitio web: ¿Es seguro el BPA? Sí. Con la revisión continua de la seguridad sobre la evidencia científica de la FDA, la información disponible sigue respaldando la seguridad del BPA para los usos aprobados actualmente en envases y recipientes para alimentos.