Qui-mio-fo-bia: temor anormal o excesivo a los químicos (Merriam-Webster)
El término “quimiofobia” ha sido definido por algunos como un temor irracional a los químicos. Por otro lado, la quimiofobia quizás sea considerada como una respuesta perfectamente racional a las historias que los medios publican en relación con los químicos. Es muy fácil encontrar historias aterradoras sobre los peligros de los químicos, pero es poco común encontrar historias que informen al público sobre la forma en que los químicos ayudan a que nuestras vidas sean mejores y más seguras.
La quimiofobia también ha sido descrita como un ejemplo de la escasa alfabetización científica y la desconfianza en la ciencia. Esta perspectiva puede ayudar a explicar la divergencia común entre el público general y los expertos científicos, incluidas las autoridades reguladoras, sobre asuntos de seguridad química.
Un buen ejemplo de este fenómeno es el químico bisfenol A (BPA). Este químico se ha usado de forma segura durante décadas para lograr que el plástico de policarbonato sea transparente y resistente a los golpes; se encuentra a diario en productos del consumidor, que van desde gafas y cascos de bicicleta hasta ópticas de automóviles y dispositivos médicos que salvan vidas.
La seguridad del BPA se ha estudiado intensamente y ahora es una de las sustancias mejor evaluadas en el comercio. Desde hace más de 10 años, los científicos del gobierno de EE. UU. llevan a cabo un programa de investigación exhaustivo con el fin de responder preguntas científicas clave respecto de la seguridad del BPA.
A partir de esta investigación, sabemos que la exposición de los humanos al BPA es sumamente baja. Sabemos que el BPA se elimina rápidamente del cuerpo luego de la exposición. Y sabemos que es poco probable que el BPA provoque efectos sobre la salud en los niveles tan bajos a los que estamos expuestos. En función del cuerpo completo de información científica, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) responde la pregunta “¿El BPA es seguro?” con un rotundo “sí”.
No obstante, es posible que a raíz de algunas coberturas mediáticas y algunos grupos activistas, tenga la impresión de que el BPA es una sustancia extremadamente peligrosa que se debe evitar a toda costa. Dados estos puntos de vista ampliamente divergentes sobre sustancias como el BPA, no sorprende que los investigadores estén interesados en comprender por qué ocurren y en encontrar formas de evitarlos.
Recientemente, un grupo de investigadores de un instituto suizo publicó los resultados de un estudio a gran escala financiado por el gobierno de Suiza que busca comprender el conocimiento que tienen los consumidores sobre la toxicología y la confianza que tienen en las autoridades públicas. En última instancia, los investigadores buscan mejorar la comunicación entre expertos, como toxicólogos, y el público general.
El estudio se llevó a cabo en forma de una encuesta a gran escala hecha a más de 5600 personas en ocho países europeos. Los resultados generales “sugieren que existe una gran brecha en el conocimiento que tienen las personas sobre los principios toxicológicos y que esa falta de conocimiento está significativamente asociada con niveles más altos de quimiofobia”. En cuanto a las autoridades públicas, la encuesta detectó que “un nivel de confianza mayor se relaciona significativamente con un nivel más bajo de quimiofobia”.
Saber esto es importante, pero el mayor desafío es saber qué hacer al respecto. Los autores destacan que “informar y educar a los consumidores sobre los principios toxicológicos y la evaluación de riesgos de las sustancias químicas puede mejorar la confianza pública en las autoridades ejecutantes y conllevar niveles más bajos de quimiofobia”. Si bien esto puede ser cierto, se trata de un reto y es posible que la quimiofobia esté entre nosotros por un tiempo.